«Un pedacito de mi historia»

Mi nombre completo es Flavia Alessandra Pontón Joaquín, nací en la capital de un pequeño país, al sur de América Latina, llamado Uruguay, reconocido hoy mundialmente por sus tradiciones, música, carnaval, mate y fútbol. Por sus deportistas destacados y por varios de sus presidentes, algunos que en los últimos años han marcado un antes y después en la historia del Uruguay y su posición en el mundo.


Crecí en una casa vieja, situada en uno de los barrios mas bellos de Montevideo, el barrio Prado, denominado el pulmón de la cuidad por poseer uno de los parques mas bellos y arbolados de la capital, lleno de verde, que contrasta con sus casonas arquitectónicamente brillantes , muchas de ellas tienen tantos años como secretos y aunque han sido reformadas conservan sus fachadas originales. En sus rincones abundan tantos árboles como leyendas, leyendas populares que van desde las mas bellas historias de amor, nacidas en su emblemático Rosedal, tradicionalmente elegido por los jóvenes enamorados para pasear de la mano de su amor, hasta las mas trágicas y sangrientas historias, escondidas.. pero igualmente murmuradas por los vecinos de la época, sucedidas en varios de sus rincones, de las que ya les escribiré en alguna otra oportunidad.


La vida empezó a castigarme tempranamente, desde que tengo memoria, para ser mas exacta, me golpeó con tal crudeza, que dejó cicatrices y a la vez enseñanzas imborrables, la verdad es que no tuve una infancia fácil, conocí el dolor del abandono entre otras calamidades que no voy a detallar, pero aunque pueda parecer una contradicción, debo decir que aprendí a lidiar con ese sufrimiento y fui en ocasiones muy feliz. Guardo celosamente atesorados los recuerdos mas felices de mi niñez en una cajita imaginaria, en ella tienen su lugar todos los actores, inclusive los que mas profundamente me han herido, porque con ellos también supe amar la vida.


Tuve dos referentes que marcaron mi vida y a quien les debo muchas de mis virtudes y aficiones, uno de ellos fue mi abuelo, nacido en Portugal, llegó a este país allá por los años veinte, viajó de polizón en medio de la denominada gripe Española, zapatero de profesión, con poca escolaridad y un portuñol cerrado, forjó una pequeña fortuna con la que pudo montar su negocio y comprarse un terreno en el que construyó su casa, casa que he reformado y en la que aún vivo. Personaje pintoresco, amante de la música y con dotes de escritor, escribió varias letras de canciones que no logro recordar con exactitud, como pasa tiempo, fabricaba flautas y quenas, utilizando cañas que aun crecen en el fondo de mi casa. Con los años y debido a una mala praxis, perdió la visión casi por completo. Partió cuando yo tenía apenas once años, dejando su legado de recuerdos, enseñanzas, y la añoranza de sus abrazos y sus cuentos alocados. Mi otra referente indiscutible y a quien le debo no solo la vida, si no también el haberme convertido en una mujer con valores, es mi madre, con educación terciaria, mujer inteligente y hermosa , amante de la lectura, militante política, rebelde, luchadora incansable, la vida la golpeó y la puso a prueba. Con capacidad para haber sido una mujer destacada por su intelecto, tuvo que renunciar a todo ello y salir a trabajar como empleada doméstica, trabajo honrado del que viven muchas personas en mi país, pero que en aquellos años dicha profesión no se veía contemplada por los políticos y era literalmente explotada. Trabajaba de sol a sol para traer el pan a casa, nos crió en soledad después de haberse separado de mi padre, con miles de sacrificios y sin recibir ninguna ayuda, nos dedicó, a mí y a mis dos hermanos, no solo sus mejores años, si no su vida entera.


Estudié en una escuelita del prado, en la que aún se dictan clases, fui una niña juguetona, tímida y sobresaliente. En las horas de ocio disfrutaba de la practica de juegos como el fútbol, bicicleta, o trepar a algún árbol con mi honda. También me interesaba en la fabricación de instrumentos, pero a diferencia de los de mi abuelo, lejos estaban de emitir una nota. En ocasiones producía conciertos con una vieja colombina o la guitarra de mi hermana, sin conocer de escalas ni melodías. Me apasionaba el radioteatro y condimentaba mi niñez con historias tales como la de Martín Aquino, despertando así aun mas mi imaginación, que de por cierto, para antes de cumplir diez años ya era un torbellino. Con acceso a una amplia bibliografía con la que contaba mi madre, desarrollé un exagerado gusto por la lectura de las poesías de Gustavo Adolfo Bécquer, las cuales recitaba desde temprana edad frente a un espejo. Con una facilidad innata para la ilustración, pero increíblemente, con serias dificultades en la escritura, solía expresarme a través de los colores y los grises.
Ya en mi adolescencia, amante de la oratoria y con gustos por el teatro cursé dicha actividad un par de meses en la casa de la cultura del prado, pero abandoné debido a la falta de recursos para el pago de la misma. Gané una beca en un grupo de danza folklórica, actividad que a pesar de no gustarme desempeñaba para huir de una adolescencia difícil. Empecé a trabajar a los catorce años, con el don de la palabra, se me daba muy bien la venta. Desde niña había mamado la militancia política y dediqué algunos años en mi adolescencia a dicha actividad, que mas tarde abandoné debido a algunas decepciones. Con los primeros amores y las primeras desilusiones, nació el deseo de expresar todo aquel caudal de emociones, que por cierto logré plasmar en varios versos que aun conservo.
Cursé la secundaria en tres instituciones diferentes, cultivé en esos años lazos de amistades que aun conservo, amante de la biología y los misterios del cuerpo humano, elegí esa orientación y habiendo cursado el último año de secundaria abandoné los estudios. Fui madre antes de los veinte, apurada por vivir y por escapar de mis infiernos, me embarqué en el camino de la maternidad y nació mi primer hijo, su luz iluminó mi vida y me enseñó el amor mas puro. Después de varios años y fruto de otra relación, nació mi hija pequeña, con quien tengo el vínculo mas especial de toda mi vida. Transité mi experiencia como madre, desde un principio, de un modo muy lúdico pero a la vez muy responsable. A decir verdad es un poco la forma en que aprendí a sobrevivir y enfrentar así la adversidad.


La otra mitad de mi vida la voy escribiendo mientras transcurre, con paisajes nuevos que me inquietan o deslumbran, con paisajes viejos que me emocionan o de los que me hipnotiza su belleza, que aún al mirarlos con los mismos ojos los encuentro cada vez más estupendos, con errores y aciertos, con alegrías y tristezas, llantos y risas, amigos y familia y mas amigos y mas familia… amores…Por que al final la vida es todo ese conjunto de emociones, situaciones , personas y cosas, lo bueno y lo malo, lo blanco y lo negro, lo lindo y lo feo, lo que elegimos y lo que nos elige o lo que nos toca…

Publicado por flaviaalessan

Escritora, música amateur.

15 comentarios sobre “«Un pedacito de mi historia»

    1. Gracias a ti y a todos por los mensajes de cariño, escribir es uno de esos placeres que cuando se dan cita son ineludibles, que a ustedes les guste lo que escribo me causa el doble de placer y si además consigo que alguien encuentre un mensaje inspirador la gratificación es doblemente inmensa..🙌🏻

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  1. Enormes gracias, Flavia: Por tu temple para abrir el cofre de tus tesoros personales, con sus contradicciones y múltiples vivencias; por la belleza para plasmar, a su vez, el amor y el dolor, el aprendizaje y la desilusión, pero sobre todo, la esperanza y el entusiasmo por la vida. En ti prosigue la singular tradición poética de las uruguayas -mis favoritas personales- y para mí especialmente, gracias por dejarme volver a leer un texto tuyo. Saludos…

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    1. Debo confesar que me sentí impulsada a escribirlo pero estuve en la duda de publicarlo, pero la verdad es que he recibido tantos comentarios positivos y cálidos que concluyo que fue la decisión más acertada. Gracias por sus alentadores comentarios..un abrazo

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